EL LENGUAJE TEOLÓGICO Y SIMBÓLICO DEL RITO FÚNEBRE

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Dr. Julio Vargas

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EL LENGUAJE TEOLÓGICO Y SIMBÓLICO DEL RITO FÚNEBRE

Julio R. Vargas Vidal, PhD

Introducción

La liturgia está llena de un lenguaje que va más allá del lenguaje común escrito o hablado. Este lenguaje simbólico no deja de ser teológico. La liturgia, como lenguaje del pueblo, está plasmada de lo popular; presenta la lógica de lo cotidiano y lo expresa con gestos y símbolos.1 Este lenguaje simbólico y teológico está orientado a promover la fe y se centra en el diálogo existencial entre Dios y el teólogo como parte de la comunidad de fe.

La simbología ha sido parte del rito fúnebre por siglos y a través de todas las culturas: arreglos florales, procesiones, sonidos de campanas, luces (velas), incienso, gestos, movimientos, música, etc. Si bien es cierto que esta simbología forma parte del proceso post muerte, también  es cierto que el ministerio pastoral provee de símbolos y rituales para antes de la muerte. Elaine Ramshaw destaca la importancia del rito y simbología para antes de morir, aunque estas circunstancias sean las menos ocurrentes y de las cuales no trataremos en este trabajo. No obstante, es un tema que amerita mucha atención y estudio.2

Nuestro pueblo está rodeado de muerte, esto en gran parte debido al incremento en la criminalidad. Muchos pastores, pastoras, sacerdotes y laicos han oficiado ritos fúnebres en nuestro país y han tenido que recurrir a la limitación del lenguaje para ofrecer esperanza a los dolientes. En muchas ocasiones el espacio que brinda el rito fúnebre (funeraria, capilla, iglesia, parroquia, hogar, etc.) es abusado por los oficiantes que aprovechan al grupo cautivo para elaborar mensajes y liturgias que distan de un lenguaje teológico serio y responsable. Son muchas las ocasiones en que aprovechan sus sermones, discursos u homilías para presentar el plan de salvación o para dedicar demasiado tiempo a describir la vida de la persona fallecida.  Sin embargo, el rito fúnebre, o servicio funeral, es un buen testimonio de la esperanza cristiana en una “bendita resurrección” y del amor cristiano expresado a los fallecidos y sus familiares.

Paul Irion estableció ya desde 1954 algo que aún hoy es cierto: la iglesia está en contacto con casi toda experiencia de duelo. La experiencia del duelo es una de las pocas áreas de la vida que aún está mayormente en las manos de la iglesia. La oportunidad de cuidar a los dolientes no se  le ha quitado a la iglesia, lanzándole un gran reto y una gran responsabilidad. La iglesia está relacionada al duelo por medio de sus sermones, programas impresos, cánticos, oraciones, servicio fúnebre y consejería post funeral –todo esto forma parte de su lenguaje teológico y simbólico. Irion establece entonces la necesidad de estudiar a fondo el servicio fúnebre en su dimensión sicológica enmarcada en las necesidades del doliente. Todo lo que la iglesia haga  debe establecer una buena relación entre la figura pastoral y los dolientes.3 Y a esto le añadimos todo lenguaje teológico y simbólico.

Pero, como presbítero de la Iglesia Metodista de Puerto Rico, necesito saber en qué consiste el rito fúnebre metodista. Esto nos ayudará a detectar su lenguaje teológico y simbólico y, de no encontrarlo, destacar espacios en el rito donde se pueda utilizar.

Elementos del rito fúnebre metodista

La iglesia metodista es hija de la iglesia anglicana, pero también debe mucha de su teología a la Reforma Protestante. Martín Lutero no dejó ningún modelo de servicio fúnebre como lo había hecho con el bautismo y el matrimonio. Los reformadores se oponían a la doctrina  del  purgatorio y por esto se oponían a la celebración de réquiems. Preferían que el servicio fúnebre sirviera de consuelo a los dolientes.4

Para comprender mejor el rito fúnebre metodista hay que entender sus raíces en los ritos fúnebres de la iglesia primitiva. Estos ritos primitivos consistían en cinco componentes, muchos de los cuales llegaron a lo que se convertiría en el rito fúnebre metodista:

  1. Oración en el hogar (donde el cuerpo se limpiaba, ungía y envolvía en lino blanco);
  2. Procesión (durante el día, vestidos de blanco, cantando salmos de esperanza, llevando palmeras, velas e incienso);
  3. Oficio (servicio corto de alabanza y gratitud alrededor del cuerpo, con lecturas bíblicas y salmos);
  4. Eucaristía (celebración expresada en la comunión que aún existe entre los vivos y los muertos, el beso de la paz dado al cuerpo del fallecido);
  5. Entierro (el cuerpo ubicado en la tumba con los pies mirando hacia el Este como señal de esperanza en la venida del Sol de Justicia). Usualmente una cena ágape seguía, y al tercer, noveno y cuadragésimo día se reunían amistades y familiares para cantar salmos, himnos y hacer oraciones. 5

John Wesley, en el Prefacio a algunas copias de The Sunday Service of the Methodists (1784), indicó que había omitido algunas partes del oficio del entierro de los muertos. Había omitido el Salmo 39, el envío junto al sepulcro y la oración ‘Omnipotente Dios, por quien vivimos, etc.’ Por lo demás, Wesley siguió casi exactamente el Libro de Oración Común de la Iglesia de Inglaterra, versión de 1662. Si algo caracterizó los funerales metodistas fue su fuerte contenido en el gozo.6

Ya para el siglo XX se hicieron más cambios sobre todo dentro del metodismo norteamericano y a raíz de la publicación de A Service of Death and Resurrection (1979). Tanto las costumbres metodistas norteamericanas como británicas tienen oraciones, salmos, lecciones, sermón opcional y oraciones para concluir el servicio. Ambos tienen el uso opcional del Credo Apostólico, pero en diferentes lugares de la liturgia, y ambos proveen recursos para el entierro o el crematorio. Mientras que ambos servicios contienen oraciones ambiguas para los muertos, éstas son opcionales. Básicamente los funerales metodistas se dejan influenciar mucho por las costumbres locales.7 (Ver APÉNDICES A y B)

Elementos del lenguaje teológico y simbólico fúnebre

Mircea Eliade ubicó los ritos fúnebres dentro de aquellos ritos ocasionales que santifican la vida. Este tipo de relación rito fúnebre/celebración de vida puede trazarse desde los comienzos de la iglesia primitiva, como indicamos anteriormente. Las tapas de las tumbas romanas (mensae) servían como mesas donde se celebraban fiestas en honor a los muertos. Este acto de devoción (pietas) mantenía viva la memoria de los muertos. Allí se compartía una última cena con el muerto (viaticum).  Al tercer día de haber muerto, los familiares regresaban al cementerio a compartir una fiesta (refrigerium). Claro, más adelante la costumbre de los refrigerios fue abolida por Ambrosio, aunque la costumbre se quedó como parte de los actos que las iglesias evangélicas tienen para compartir entre los hermanos.      Ya  para el 567 el Segundo Concilio   de Tours había prohibido a los cristianos de Galia depositar alimentos en las tumbas de familiares.8 Además, los reformadores sentían aversión hacia la bendición de objetos materiales  y por eso no produjeron ritos para el entierro del cuerpo más allá del entierro reverente del cuerpo. A este entierro le seguía un servicio de salmos, lecturas, sermón y oraciones en la iglesia para consolar a los dolientes y edificar a la comunidad.9

Thomas Long expone que la liturgia fúnebre evoca el Evangelio en su forma más básica, reconociendo que los dolientes lo necesitarán urgentemente cuando la muerte los lleve a la confusión e intente mofarse de su fe.10

Para Irion el propósito principal del funeral es la glorificación de Dios (propósito teocéntrico). Un segundo es propósito es exhortativo que no debe ser utilizado únicamente para la evangelización. El tercer propósito es el compartir, la koinonía. Finalmente, el funeral debe establecer el clima para el duelo terapéutico. Irion examina las fuentes de las prácticas y ritos fúnebres ubicándolas bajo tres dimensiones: la teológica, la cultural o social y la individual o sicológica;11 veámoslas:

Dimensión teológica: Las Escrituras hablan muy poco acerca de la muerte, vista como un misterio, algo inexplicable, un estado o condición. Las enseñanzas de Jesús no contienen explicación de la muerte como un fenómeno físico, y él no le da a la muerte una carga de “mala” o “malévola”. Sin embargo, la interpretación paulina de la muerte se presta para una interpretación dualista, en ocasiones viéndola como consecuencia del pecado y en otras definiéndola como muerte espiritual. Por otro lado, Irion es muy responsable al momento de destacar que la teología cristiana no solamente trata la muerte, sino también la resurrección. Para los cristianos la muerte no es el fin, sino el comienzo de una nueva vida.12

Dimensión cultural/social: Irion destaca cómo la muerte, en nuestra cultura, se considera un tema tabú. Nuestra cultura occidental ha pretendido cubrirla y negarla de muchas maneras.13 Se embalsama el cuerpo para que aparente estar vivo, se viste con las mejores ropas, se escoge un ataúd que sea digno y en muchas ocasiones se cubre el ataúd. Las vestimentas que utilizamos también reflejan la negación que tenemos por la muerte: color negro, colores oscuros y tenues.

Dimensión sicológica: Ésta interactúa con lo teológico y cultural ya que el enfoque central de los tres es la necesidad humana.14 El funeral es el escenario donde se ve el drama del duelo y públicamente se expresa la pérdida. Es aquí donde el lenguaje teológico y simbólico de  la iglesia debe reflejar el amor hacia los dolientes sin esperar necesariamente algo a cambio. El funeral está basado en la necesidad sicológica de sentir e interpretar la muerte como parte de nuestra experiencia humana, antes de tratar de entenderla en el nivel intelectual o teológico.

Aquí también es importante ver el rol del sermón en el rito fúnebre. En el pasado, el sermón fúnebre fue influenciado por la visión triunfalista del teólogo suizo Oscar Cullmann.15 El énfasis aquí era en la negación de toda tristeza y la exaltación de la victoria de Jesús sobre la muerte. Sin embargo, el rito fúnebre moderno no debe negar el dolor sino hacerle espacio para que el mismo se manifieste. Hoy día el enfoque del ritual fúnebre debe ser el dolor y, si bien es cierto que el mismo es para los vivos, debe abrir el espacio para que la comunidad de fe exprese su apoyo y solidaridad a los dolientes.

Lucy Bregman sugiere que, a tono con la literatura reciente, se eviten algunos temas en los sermones tales como: cualquier enfoque en el más allá, el cielo o la felicidad de los muertos. Para ella la presencia de estos temas ignora y no respeta el dolor de las personas, además que la literatura contemporánea los ubica dentro de aquellos temas que causan problemas teológicos y pastorales.16 Willimon ya había destacado también el problema teológico que nos trae el dar demasiado énfasis a la vida de la persona fallecida por sobre la verdadera razón detrás del funeral: adorar a Dios. Willimon advirtió que no es sabio y altamente cuestionable el girar el rito fúnebre alrededor de la vida del fallecido. Esto le quita al rito su razón de ser: adorar a Dios y destacar su infinito amor y gracia abundante.17

El lenguaje que utilicemos en los ritos fúnebres no solo debe ser teológico y simbólico por el mero hecho de hacer teología y representar símbolos. Además, este lenguaje debe ayudar a la sanidad del pueblo doliente. Estudios sicológicos recientes, muy cónsonos con evidencia bíblica (Santiago 5.13-16) han demostrado que elementos rituales como la oración y la meditación son importantes componentes de la sanidad cristiana y no deben ser descuidados, sino llevarse a cabo apropiadamente para su mejor efectividad.18

Irion nos presenta algunos criterios que nos ayudarían a evaluar nuestra función ministerial en el rito funeral.19  Estos, a su vez, nos plantean retos al momento de elaborar  nuestro lenguaje teológico y simbólico:

  • El rito fúnebre debe manejar el tema de la muerte de manera realística.
  • El rito fúnebre debe presentar un Dios consolador y de ayuda a los dolientes (el amor de Dios, la cercanía de Dios y su cuidado para con el pueblo).
  • El rito fúnebre debe valorar la individualidad humana y los recursos que Dios le ha dado para su fortalecimiento y estabilización.
  • El rito fúnebre debe demostrar que la fe cristiana es un recurso para el duelo, no un sustituto.
  • El rito fúnebre debe reconocer y aceptar sentimientos profundos en vez de cubrirlos.
  • El rito fúnebre debe proveer un sentido de finalidad; el duelo es un proceso que envuelve el romper los vínculos que nos atan con la persona fallecida. El funeral es uno de los primeros pasos en este proceso y no debe alentar “negocios inconclusos” negando que la muerte haya ocurrido.
  • El rito fúnebre debe ayudar a recordar memorias de los fallecidos.
  • El rito fúnebre debe establecer un clima para el duelo.
  • El rito fúnebre debe ser sensitivo a las necesidades humanas del doliente (éstas son dinámicas y variables, tanto en forma como contenido).

Neil Pembroke, en su libro Pastoral Care in Worship y en una línea muy afín con Irion, expone la necesidad de acercarse paradójicamente al sufrimiento para poder tolerarlo, o manejarlo, mejor. Pembroke describe esto como el uso de la imaginación irónica; su uso genera significado y esperanza. Él sugiere que, al momento del desarrollo del rito fúnebre, se destaque la naturaleza irónica de la esperanza cristiana inherente en los evangelios. Esto se logra por medio del sermón, oraciones y otros elementos litúrgicos que proclamen la naturaleza paradójica de la esperanza cristiana. El uso de la imaginación irónica y de la naturaleza paradójica de la esperanza cristiana ayudará a los dolientes a sacarle significado a su dolor y pérdida.20

Irion utiliza su obra para también examinar el servicio funeral en cuatro segmentos: el ritual, el sermón, la música y el servicio de envío. Él considera que los elementos del rito generalmente incluyen dos divisiones mayores: la lectura de las Escrituras y las oraciones. Para él, la selección de textos bíblicos es muy importante ya que estos deberán llevar esperanza y consuelo a la necesidad humana. Además, estos textos deben tratar la muerte de manera realística. Cada texto bíblico debe pasar la prueba de esta interrogante: ¿Qué significará este texto para los dolientes?21 Hay un elemento que forma parte de los ritos fúnebres, mayormente católicos, y que contrasta  mucho  con  el  ritual  fúnebre  protestante:  las  oraciones  por los muertos. Irion las menciona  y  considera  que  las  mismas  caen  bajo  el  tema  de  la  dedicación. Quizás cobre significado a los dolientes en la manera en que presentan su fe en la resurrección y en la posibilidad de interacción futura con los muertos en la vida venidera.  Irion considera que  además estas oraciones le proveen a los dolientes un recordatorio del hecho de que han entrado en una nueva relación con los fallecidos: la presencia física ya no existe, y ahora se habla de que están en la presencia de Dios.22

Irion cita a George Buttrick de la siguiente manera: “Creemos que existe una vía abierta entre ambos mundos: ambos bajo el cuidado de Dios. Creemos en la comunión –por medio del mejor lenguaje del amor y la oración, de la cual ambos mundos hablan y entienden. Por tanto, oramos, en privado y en público, por los muertos.  Su mundo está escondido y la oración busca el  espacio. Pero este tanteo de la oración ocurre en la luz, no en las tinieblas. El lenguaje está confuso, pero radiante. Tal oración penetra otro mundo, satisface nuestro amor, consuela nuestra tristeza y es digna de Aquel en quien confía nuestra fe”.23

Por otro lado, cabe entender que para Pablo los muertos aún están bajo el poder de Cristo, el cual se extiende “sobre los vivos y los muertos” (Romanos 14.8-9). La muerte no debe verse como un fin o separación, sino como transformación hacia la vida eterna.

Este elemento dirá mucho del lenguaje teológico que será llevado, pero también podría interpretarse como la creencia en la comunión de los santos y en la convicción de que la unidad en Cristo no se rompe por la muerte. El protestantismo ha sufrido teológicamente porque ha querido borrar, de sus ritos fúnebres, la memoria y mención de la comunión de los santos. Esta práctica comenzó a verse desde el siglo IV cuando Cirilo mencionó su práctica como una aceptable durante el momento de la celebración de la Eucaristía. Siglos después Tomás de Aquino afirmó el pedirles a los santos su intercesión por nosotros. La época patrística nos legó  el uso de una letanía la cual consistía en invocaciones a las tres personas de la Trinidad, seguidas por peticiones a María y los santos. Pero, más adelante esta práctica fue rechazada por los reformadores, aunque aceptada por el anglicanismo en algunos ejercicios devocionales.24

Interesante es de notar que Long reconoce que este tipo de oración de intercesión ha ido reapareciendo entre algunos círculos protestantes. Long afirma que esto no se debe necesariamente a una amnesia histórica sino a un nuevo entendimiento del rol de esta oración: el funeral cristiano es un rito de paso el cual marca un evento de transformación humana representado por la gracia de Dios.25 El lenguaje que usamos en los funerales no puede ser uno preciso ya que nos enfrentamos a lo desconocido y a un misterio. Nuestros seres fallecidos se han movido de este mundo al próximo y se han unido a la comunión de santos y, por ende, el funeral es un rito de paso que ritualmente hace ese cambio y crea un puente entre esta distancia.

La escatología en el rito fúnebre

La escatología como doctrina cristiana se deriva de la fidelidad de Dios revelada en la historia de Cristo, su muerte y su resurrección y desde el momento en que espera en el futuro como la Parusía de Cristo. Durante el desarrollo de la iglesia y la teología, la escatología  cósmica (la destrucción de este orden mundial y la creación de un cielo nuevo y tierra nueva) se redujo a la escatología individual (vida hasta la muerte y vida eterna). Por tal razón, el cuidado pastoral se redujo al cuidado de las almas y se centró en la preparación para una “buena muerte” y para la vida eterna “después de la muerte”. Por mucho tiempo, la salvación del alma “en el  más allá” sirvió como la escatología del cuidado pastoral de las almas.26

Cuando la espera cristiana primitiva en la parusía inmediata de Cristo desapareció, la esperanza en la resurrección corporal de los muertos fue reemplazada por la esperanza individual en la salvación del alma por medio de la muerte en una “vida después de la muerte”. El Nuevo Testamento afirma la esperanza de estar totalmente con Cristo inmediatamente luego de morir (2 Corintios 5.6; Filipenses 1.23).27

El rito fúnebre está íntimamente ligado a la teología, sobre todo a la escatología. El mismo está lleno de símbolos y gestos que ayudan a la comunidad de fe a articular y representar no solo su pérdida, sino su fe. Pero si bien es cierto que el rito fúnebre se preocupa y trata el tema del fin de los tiempos, también es cierto que provee (o debe proveer) el cuidado pastoral adecuado para que dicho tema sea uno de esperanza. El cuidado pastoral invita a la adoración a considerar y ser relevante a las necesidades humanas. Además, evita que la adoración se centre en la iglesia y le recuerda a los adoradores a permanecer firmes en un mundo de sufrimiento y contradicciones.  El cuidado pastoral en la liturgia y en la adoración, sobre todo en al fúnebre, debe evitar todo tipo de escapismo litúrgico.28

Si bien es cierto que la muerte nos acerca al fin de los tiempos, no significa el fin del tiempo de la persona fallecida. La muerte no es la separación del alma del cuerpo, o el fin del cuerpo y del alma, sino la transformación del espíritu de vida a un nuevo y transfigurado orden mundial de Dios.  La experiencia de la presencia del espíritu de Dios afirma la esperanza en la cual el alma  y el cuerpo, cielo y tierra, serán redimidas. De esto nos habla Pablo en Romanos 8.19 (“Porque  el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”) y Juan con la promesa de “un cielo nuevo y una tierra nueva” (Apoc 21.1). Esto incluye la esperanza en la redención del cuerpo (Rom 8.23).29

En la experiencia de la muerte, las personas no se separan de sus cuerpos a la manera platónica, sino que esperan en la redención del cuerpo.  Esta esperanza en la redención del  cuerpo está atada a la esperanza en un cielo nuevo y tierra nueva, donde no habrá más muerte, ni llanto ni dolor (Apoc 21.4). El destino de cada persona está inseparablemente ligado al destino que Dios tiene para toda la creación.30

Relevancia

El tema primordial del servicio fúnebre, y por ende de su lenguaje teológico y simbólico, debe ser la historia del evangelio, sin dejar a un lado las personas fallecidas; ambos temas –el evangelio y la persona fallecida –se entrelazan aquí. Long afirma, en lo que muchas de nuestras fuentes están totalmente de acuerdo, aquellos puntos que destacan los buenos servicios fúnebres. El rito fúnebre no es principalmente un tiempo de quietud para reflexionar en el legado del fallecido, un servicio devocional que trabaja el duelo, una muestra de apoyo hacia la familia dolida o ni siquiera una celebración por la vida. Para Long, todo buen funeral logra todas estas cosas –consuelo, recordación y honra, cuidado comunitario y gratitud. Sin embargo, Long destaca tres elementos clave a considerar:31

  1. Todo el funeral, palabras y acciones, debe proclamar el evangelio como el drama que surge desde el momento del bautismo.
  2. Debido a que el funeral es un evento dramático, es crucial representar el texto del evangelio y cerciorarse que la narrativa cristiana sea la que se le dará importancia, no otra narrativa.
  3. El rito fúnebre cristiano es uno sagrado y tiene el poder de reafirmar y profundizar la visión que el evangelio tiene de la vida y la muerte.

Por otro lado, Long también destaca ocho propósitos detrás de un buen rito fúnebre, los cuales entendemos están cargados de un lenguaje teológico y simbólico muy necesarios y en ocasiones muy ausentes:32

  1. Kerigmático: El funeral narra la historia del evangelio, proclama la verdad de que la persona fallecida ha sido transformada a una nueva vida en Cristo y ahora se ha reunido con la comunión de santos junto a Dios.
  2. Sacrificial: El rito fúnebre recibe una ofrenda, pero no la monetaria. Los dolientes ofrecen su dolor, memorias, remordimientos, culpas y enojo. Pero también los dolientes le ofrecen a Dios la persona fallecida.
  3. Eclesiástico: El rito fúnebre es obra de toda la iglesia, la comunión de los santos y anuncia que no pasamos solos ni solas por el valle de sombra de muerte. La liturgia fúnebre debe tomar en consideración esto y proveer para la mayor participación congregacional posible.
  4. Terapéutico: El rito fúnebre debe consolar al pueblo afligido y dolido. Esto se logra por medio del lenguaje teológico y simbólico que forma parte de las oraciones, homilía, himnos, gestos y otros elementos litúrgicos.
  5. Eucarístico: Quizás este sea el elemento menos utilizado en los ritos fúnebres contemporáneos, aunque sí parte de las costumbres antiguas fúnebres eclesiástica. Por medio de la Santa Cena/Cena del Señor/Eucaristía la Iglesia le da gracias a Dios por toda la creación y anticipa el día cuando toda la familia de Dios se reúna en el banquete celestial.  Si la Cena es un acto de gratitud (εὐχαριστία), el funeral también lo es ya que  se le da gracias a Dios por los muchos dones de la vida, sobre todo el don de la vida de la persona fallecida.
  6. Conmemorativo: El rito fúnebre recuerda a la persona fallecida, y le recuerda a los dolientes la importancia del recuerdo.
  7. Misional: El rito fúnebre no es el final del peregrinaje cristiano; es una parada en el peregrinaje de fe. Recibimos al ser fallecido, lo llevamos al lugar de sepultura, lo despedimos y seguimos con nuestras vidas.
  8. Educativo: Como todo acto litúrgico, el rito fúnebre debe educar. Nos recuerda en qué creemos, la naturaleza de nuestra esperanza y el poder de la resurrección. Además, por entender que los funerales incluyen personas no creyentes, también sirve de ocasión pedagógica por medio de la adoración comunitaria, empatía solidaria y hospitalidad. Es aquí donde los invitamos a formar parte de la liturgia por medio de oraciones, lecturas bíblicas, lectura de datos biográficos, palabras de agradecimiento por parte de la familia, etc.33

La Ilustración impactó a la sociedad occidental con un sentido de negación en torno a la muerte. Los ritos fúnebres no deben negar el hecho de que lo conmemorado es la muerte de un ser humano. Es por eso que todo lo que se haga debe usar un lenguaje teológico y simbólico que no niegue la muerte y que exalte la esperanza cristiana. El lenguaje teológico y simbólico no solo debe salir de nuestros labios, sino de nuestros gestos, los lugares donde los llevemos a cabo, los artefactos que utilicemos y los movimientos. A continuación, algunas sugerencias que hemos encontrado útiles:34

  1. Es importante celebrar los ritos fúnebres en la estructura de un templo, iglesia o parroquia. ¿Qué mejor lenguaje teológico simbólico demostrado que usar el mismo espacio utilizado para la adoración congregacional semanal para la celebración, en esperanza, de la muerte humana?
  2. El pastor, pastora o sacerdote debe predicar en el funeral utilizando los textos leídos en el servicio fúnebre. Esta es la oportunidad para predicar la visión bíblica de la realidad de la vida y la muerte.
  3. La eucaristía puede celebrarse como anticipo de la fiesta venidera del reino de Dios, siempre y cuando sea apropiado para los familiares del fallecido.
  4. Los funerales llevados a cabo en templos podrían usar música, himnos y cánticos que inviten la participación congregacional.
  5. Varios símbolos cristianos pueden utilizarse, tales como el cirio pascual o una cruz cerca del ataúd como recordatorio del bautismo en la muerte y resurrección de Cristo; una Biblia colocada sobre o cerca del ataúd para simbolizar la fidelidad del fallecido a la palabra de Dios.
  6. El color blanco se puede utilizar, quizás hasta ciertos artículos utilizados en el templo durante la época de Pascua. Esta simbología conecta el funeral con la proclamación de la resurrección de Cristo.
  7. Puede haber un movimiento inmediato desde el lugar del funeral hasta el lugar donde será enterrado el cuerpo. Esto da a entender que la procesión fúnebre es parte del ritual en sí y no interrumpe el servicio.
  8. El ataúd con el cuerpo debe ser enterrado en presencia de otras personas.

Finalmente, coincidimos con Irion en que el funeral no debe ser visto como un evento aislado. La figura pastoral debe tratar el tema  de la muerte fuera del escenario fúnebre y repensar toda su actitud hacia el funeral y el cuidado pastoral de los dolientes. Por ende, se le sugiere que aproveche aquellas ocasiones no fúnebres para tratar el tema de la muerte, luto y el dolor. Algunas tradiciones aprovechan la celebración de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, o Día de los Muertos / Día de los Difuntos (2 de noviembre) pero a pesar de que éstas honran la memoria de los fallecidos durante el pasado año, también ofrecen una excelente oportunidad pastoral para tratar objetivamente el tema de la muerte y el lugar que tiene el duelo. Irion aprovecha para afirmar lo siguiente: “El pastor sabio buscará educar a su pueblo en torno a cómo trabajar el duelo apropiadamente antes de que se tenga que pasar por el duelo”.35

La creencia cristiana sobre la muerte podría entenderse mejor a la luz del relato de la creación en Génesis, donde Dios creó al ser humano de lo material, no arrancando del aire un alma inmortal, poniéndola en un cuerpo y obligarla a vivir en el huerto. Dios tomó polvo, común y corriente, y sopló “el aliento de vida”. La creencia cristiana no cree que los seres humanos sean solo cuerpos, ni tampoco afirma que sean solo almas con un cuerpo temporal. El cristianismo afirma que los seres humanos están encarnados en el soplo de Dios. No somos eternos ni tenemos almas inmortales. Solo Dios es inmortal (1 Tim 6.16) y Pablo le recuerda a  los corintios que “esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Cor 15.53). Aquí Pablo no habla de platonismo, sino de la resurrección. El amor de Dios por la humanidad es tan poderoso y firme que Él no permitirá nada –ni la muerte –se interponga entre nosotros. La afirmación que leemos en 1 Corintios 15.52, “…porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles”, no nos habla de almas inmortales despojándose de sus cuerpos, sino de mortales encarnados a los cuales se les ha dado cuerpos nuevos y glorificados por medio de la gracia y poder de Dios –y esto amerita un lenguaje teológico y simbólico.

APÉNDICE A

CULTO DE MUERTE Y RESURRECCIÓN36

LLEGADA DE LA CONGREGACIÓN

Quien oficia podrá saludar a la familia.

Mientras la congregación se reúne, se podrá ofrecer música apropiada. Es propio que se canten himnos de confianza y seguridad durante el culto.

Si el ataúd no está en su sitio, éste es el momento de trasladarlo, en procesión, al lugar de adoración.

Quien oficia va delante, diciendo la PALABRA DE GRACIA, mientras que la congregación permanece de pie.

LA PALABRA DE GRACIA

Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá y todo aquél que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Jn 11.25-26)

«Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin; el primero y el último» (Ap 22.13)

«y el que vivo y estuve muerto…

Y tengo las llaves de la muerte y del Hades» (Ap 1.18)

«…porque yo vivo, vosotros también viviréis» (Jn 14.19)

SALUDO

Hermanos y hermanas, estamos reunidos aquí para alabar a Dios, dar testimonio de nuestra  fe  y  celebrar  la  vida  de . Al reunirnos, reconocemos nuestro dolor por esta pérdida humana. Que Dios nos conceda su gracia para que encontremos consuelo en el dolor, esperanza en la aflicción y resurrección en la muerte.

Quien oficia podrá agregar aquí las frases siguientes, si no las ha usado antes en el mismo culto.

Al morir, Cristo destruyó nuestra muerte. Al resucitar, Cristo restituyó nuestra vida. Cristo vendrá otra vez, glorificado.

Así como se vistió de Cristo en su bautismo, así sea   

vestido/vestida de gloria en Cristo.

Aquí y ahora, queridos hermanos y hermanas, somos criaturas de Dios.

Lo que seremos después, aún no nos ha sido revelado.

Pero sabemos que, cuando Él venga, seremos como Él, porque podremos verlo como Él es. Todo el que espera en Él será purificado, tal como Cristo es.

HIMNO O CANTO ORACIÓN

La congregación podrá elevar una o más de las siguientes oraciones, al unísono. Es adecuado en este momento presentar peticiones a Dios, como también la acción de gracias por la comunión de los santos, la confesión de los pecados y la seguridad del perdón.

El Señor sea con ustedes.

Y también contigo.

Oremos:

Oh Dios, que nos diste la vida, tú estás siempre más que dispuesto a escuchar que nosotros a orar.  Conoces nuestras necesidades antes que te las presentemos, así como nuestra ignorancia al hacerte nuestras peticiones.  Concédenos ahora tu gracia, para que así como nos estremecemos ante el misterio de la muerte, podamos ver la luz de la eternidad.  Comunícanos una vez más tu solemne mensaje de vida y de muerte. Ayúdanos a vivir preparados para morir.  Y al cumplirse nuestros días, haz que podamos morir como aquellos que marchan hacia la vida, para que, ya sea que vivamos o muramos, nuestra vida esté en ti; y nada en la vida ni en la muerte podrá separarnos del gran amor que nos has revelado en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Quien oficia podrá incluir:

Dios eterno, te alabamos por la inmensa muchedumbre de todos los que han terminado su carrera en la fe y ahora descansan de sus trabajos (Ap. 14.13). Te alabamos por todos los

que amamos y que nombramos en nuestros corazones delante de ti. Especialmente te alabamos por , a quien, en tu gracia, has recibido en tu presencia.  A todos ellos

concédeles tu paz.  Haz que la luz de la eternidad brille sobre ellos; y ayúdanos a  creer aunque no hayamos visto.  Guíanos con tu presencia a través de los años y llévanos finalmente, con ellos, al gozo de tu hogar, no hecho de manos, sino eterno, en los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Quien oficia podrá incluir también:

Dios santo, ante ti todos los corazones están manifiestos y todos los secretos conocidos. Traemos ante ti nuestra vergüenza y nuestro dolor por haber pecado. Hemos olvidado que nuestra vida viene de ti y regresa a ti.  No hemos seguido ni cumplido tu voluntad. No hemos sido sinceros de corazón, ni de palabras, ni en nuestras vidas.  No hemos amado de la manera que debemos amar.  Ayúdanos y sánanos, te lo rogamos.  Elévanos por encima de nuestros pecados hacia una vida mejor para que terminemos nuestros días en paz, confiando en

tu bondad hasta el fin; mediante Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios verdadero, ahora y siempre. Amén.

PERDÓN

¿Quién está en posición de condenar? Sólo Cristo, Cristo quien murió por nosotros, quien resucitó por nosotros, quien reina a la diestra de Dios y pide por nosotros. “Gracias

sean dadas a Dios, que nos da la victoria, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 15.57). SALMO 130

PROCLAMACIÓN Y RESPUESTA LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

(El uso y el orden de estos pasajes son opcionales)

Preferidos:

Isaías 40.1-6, 8-11, 28-31

Recomendados:

Éxodo 14.5-14, 19-31

Isaías 43.1-3ª, 5-7, 13, 15, 18-19, 25

Isaías 44.6, 8ª

Isaías 55.1-3, 6-13

SALMO 23

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

(El uso y el orden de estos pasajes son opcionales) Preferidos:

1 Corintios 15.1-8, 12-20, 35-44, 53-55, 57-58

Apocalipsis 21.1-7, 22-27

Apocalipsis 22.1-5

Recomendados:

Romanos 8.1-2, 5-6, 10-11, 14-19, 22-28, 31-32, 35-39

2 Corintios 4.5-18

Efesios 1.15-23

Efesios 2.1, 4-10

1 Pedro 1.3-9, 13, 21-25

Apocalipsis 7.2-3, 9-17

SALMO O HIMNO

Salmos recomendados:

(Ya sea en este momento o antes de la lectura de los pasajes del Antiguo Testamento) Salmos 42, 43, 46, 90, 91, 103, 116, 121, 139, 145, 146

LECTURA DE PASAJES DE LOS EVANGELIOS

(El uso y el orden de estos pasajes son opcionales)

Preferidos:

Juan 14.1-10ª, 15-21, 25-27

Recomendados:

Lucas 24.13-35

Juan 11.1-5, 20-27, 32-35, 38-44

SERMÓN RECONOCIMIENTO

Quien oficia u otra persona podrá presentar un breve testimonio de la vida y muerte de la persona fallecida.

TESTIMONIOS

Algunos familiares, amigos o miembros de la congregación podrán expresar brevemente su agradecimiento a Dios por las bendiciones recibidas en la vida del difunto, así como por su fe y gozo cristianos.  En este momento son oportunas las expresiones de fe, esperanza y amor.

HIMNO O CÁNTICO

CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la virgen

María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió al cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso, de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna.

Amén.

Si se está celebrando un culto conmemorativo, el culto continúa con la siguiente oración:

Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, Dios de Abraham y Sara,

Dios de Miriam y Moisés,

Dios de Josué y Débora, Dios de Rut y de David,

Dios de los sacerdotes y los profetas, Dios de María y José,

Dios de los apóstoles y mártires, Dios de nuestros antepasados,

Dios de nuestros hijos en todas las generaciones,

Dios de , bendecimos tu santo nombre, por todos tus siervos que, habiendo terminado su carrera, ahora descansan de sus trabajos. Danos gracia para seguir

el ejemplo de su perseverancia y fidelidad y a ti sea el honor y la gloria.  Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

En un culto conmemorativo sigue la despedida y bendición.

ACTO DE ENCOMIENDA

Si quien oficia va a terminar este culto con el oficio de sepultura, lo siguiente podrá abreviarse.

ORACIONES

Quien oficia podrá ofrecer una o más de las siguientes oraciones u otras que desee.

Estas podrán ofrecerse en forma de oración pastoral de una serie de oraciones breves o de una letanía. Es adecuado hacer aquí un acto de intercesión, de encomio o de acción de gracias y concluir con el Padrenuestro.

Dio nuestro, tu amor es inagotable. Cuando todo se derrumba alrededor de nosotros, tu amor permanece constante.  Te pedimos los unos por los otros en nuestra necesidad, así como por todos aquéllos que están afligidos en el día de hoy, dondequiera que se encuentren. A los que dudan, dales fe; a los que están débiles, fortaleza; a los que han pecado, misericordia; y a los que se afligen, tu paz.  Mantennos unidos en tu amor. Tenemos absoluta confianza en ti.  Y a ti, con tu Iglesia en la tierra y en los cielos, damos la honra y la gloria, ahora y siempre. Amén.

Oh Dios, todo lo que nos has dado es tuyo.  Así como nos diste a , ahora te lo(a) devolvemos.

Aquí, quien oficia y otras personas cerca del féretro, pondrán las manos sobre el féretro, y se continuará de la siguiente manera:

Acoge y eleva a en tus brazos misericordiosos.  Acógenos también a nosotros, a nuestras almas y a nuestro cuerpo y elévanos a una nueva vida. Ayúdanos a amarte y a servirte en tal forma en este mundo, que podamos entrar en el gozo de tu presencia en el mundo venidero. Amén.

En tus manos, oh Salvador misericordioso, encomendamos a .

Te rogamos humildemente que le acojas como oveja de tu redil, como cordero de tu rebaño, como pecador(a) que tú has redimido.  Recibe a en tus brazos misericordiosos, y dale el bendito descanso de tu paz eterna, en la compañía gloriosa de los santos en luz. Amén.

Aquí se podrá celebrar el sacramento de la Cena del Señor. Se recomienda el uso del orden para el Sacramento de la Santa Comunión II (p. 14 del himnario Mil Voces para Celebrar).

De otra manera, el culto continúa con la siguiente acción de gracias:

ACCIÓN DE GRACIAS

Dios de amor, te damos gracias por toda la felicidad con que nos has bendecido en este día; por los dones de vida, salud y fortaleza; por el hogar y los amigos; por nuestro bautismo y el lugar que ocupamos en tu Iglesia con todos los que han vivido y han  muerto en la fe. Sobre todo, te damos gracias por Jesús, que conoce nuestros sufrimientos, que murió y resucitó por nosotros y que vive e intercede por nosotros. Como Él nos enseñó, ahora nosotros oramos.

EL PADRENUESTRO (Para cantarse, ver los himnos 130 y 131 del himnario Mil Voces para Celebrar)

HIMNO

DESPEDIDA Y BENDICIÓN

Quien oficia podrá usar una de las siguientes expresiones de despedida y bendición:

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén (Heb 13.20-21).

“La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Flp 4.7).

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo sea con ustedes y permanezca en ustedes para siempre. Amén.

Que “el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros   corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor

de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Amén. (Ef 3.14-19).

“Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a Él sea gloria en la Iglesia de Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos.  Amén(Ef 3.20-21).

Se podrá continuar con el oficio de sepultura en el lugar señalado.

APÉNDICE B

OFICIO DE SEPULTURA37

LLEGADA DE LA CONGREGACIÓN

Cuando las personas lleguen, se puede decir uno o más de lo siguiente:

En medio de la vida, estamos en medio de la muerte; ¿de quién podremos obtener ayuda?

(Siglo 9)

Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra.

(Salmo 124.8)

Dios, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

(Romanos 8.11, alt.)

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?  ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?  Mas gracias sean dadas a Dios, que  nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

(1 Corintios 15.51, 53, 54b-55, 57)

Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.

(Salmo 16.9, 11)

La siguiente oración se ofrece:

Oremos.

Oh Dios, tú has ordenado este mundo maravilloso y conoces todas las cosas en la tierra y en el cielo. Otórganos la fe de poder, de día y de noche, en todo tiempo y lugar, comprometernos sin temor, y comprometernos con nuestros seres queridos, a tu amor eterno, en esta vida y en la vida venidera. Amén.

Una de las siguientes lecturas, u otras, se pueden leer:

1 Pedro 1.3-9

Juan 12.24-26

Quien oficia se para frente al ataúd (preferiblemente echando tierra encima mientras es bajado a la fosa), y dice:

37 The United Methodist Book of Worship (Nasville, TN: The United Methodist Publishing House, 1992),

155-157.

Dios todopoderoso, en tus manos encomendamos a tu hijo/hija , en la esperanza segura y certera de la resurrección a la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Encomendamos este cuerpo a la tierra (a los elementos, a su lugar de descanso), tierra a la tierra, cenizas a cenizas, polvo al polvo.

Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.

(Apocalipsis 14.13)

Una de las siguientes oraciones, u otras, se pueden ofrecer:

Dios de gracia, te damos gracias por aquellos que amamos y ya no vemos. Recibe en tus brazos  a  tu  siervo/sierva , y otorga que por medio del conocimiento y amor a ti, él/ella pueda ir de fortaleza en fortaleza en servicio hacia tu reino celestial; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Todopoderoso Dios, mira con misericordia la tristeza de tus siervos, por los cuales oramos. En medio de cosas que no pueden entender, ayúdales a confiar en tu cuidado. Bendíceles y cuídales. Haz tu rostro brillar sobre ellos, y otórgales paz. Amén.

Oh Señor, apóyanos todo el día, en medio de nuestra vida atribulada, mientras duren las tinieblas y llegue la tarde, hasta que el mundo ajetreado se silencie, la fiebre de la vida termine y cesen nuestros trabajos. Entonces, en tu misericordia, danos un alberge seguro, un descanso santo y una paz duradera; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Eterno  Dios,  tú  has compartido con nosotros la vida de . Antes que fuese nuestro,  él/ella  fue  tuyo/tuya.   Por  todo lo que nos ha dado para ser lo que somos, por aquello de él/ella que vive y crece dentro de nosotros, y por su vida que en tu amor nunca cesará, te damos gracias.

Mientras te devolvemos a de vuelta a tus brazos, consuélanos en nuestra soledad, fortalécenos en nuestra debilidad y danos el valor de enfrentar el futuro sin temor.

Permite que nosotros, que quedamos vivos, podamos acércanos más y más, haznos fieles para servirnos unos a otros, y permítenos conocer la paz y el gozo de la vida eterna; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede orar el Padrenuestro.

Se puede cantar un himno o cántico.

Quien oficia despide a los asistentes con la siguiente bendición, u otra:

Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.

(Judas 24-25)

1 J.B. Libanio y Alfonso Murad, Introducción a la teología: perfiles, enfoques, tareas (México, DF: Ediciones Dabar, 2009), 193.

2 Elaine Ramshaw, Ritual and Pastoral Care (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1987), 67.

3 Paul E. Irion. The Funeral and the Mourners: Pastoral Care of the Bereaved (New York, NY: Abingdon Press, 1954), 17.

4 Frank C. Senn. Christian Liturgy: Catholic and Evangelical (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1997), 353.

5 The New Westminster Dictionary of Liturgy and Worship, s.v. “Burial”.

6 Ibid.

7 Ibid.

8 Senn. Christian Liturgy: Catholic and Evangelical, 8, 166-167.

9 Ibid., 370.

10 Thomas G. Long. Accompany Them With Singing: The Christian Funeral (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2009), 37.

11 Irion. The Funeral and the Mourners: Pastoral Care of the Bereaved, 62-87.

12  Ibid., 65-69.

13  Ibid., 69-73.

14 Ibid., 73-75.

15 Lucy Bregman, “Speaking to Mourners: The Evolution of Funeral Sermons”, Christian Century (November 1, 2011): 28-31.

16 Ibid.

17 William H. Willimon, Worship as Pastoral Care (Nashville, TN: Abingdon Press, 1979), 115-116.

18 Simon Shui-man Kwan, “Clinical Efficacy of Ritual Healing and Pastoral Ministry”, Pastoral Psychology (2007): 55:741-749.

19 Irion. The Funeral and the Mourners: Pastoral Care of the Bereaved, 86-87.

20 Neil Pembroke. Pastoral Care in Worship: Liturgy and Psychology in Dialogue (New York, NY: T&T Clark, 2010), 130.

21 Irion. The Funeral and the Mourners: Pastoral Care of the Bereaved, 88-96.

22 Ibid., 101-102.

23 Ibid.

24 The New Westminster Dictionary of Liturgy and Worship, s.v. “Saints, Cult of the”.

25 Long. Accompany Them With Singing: The Christian Funeral, 165.

26 The Concise Dictionary of Pastoral Care and Counseling, s.v. “Eschatology and Pastoral Care”. (Nashville, TN: Abingdon Press, 2010, Kindle Edition), Locations 4846-4862.

27 Ibid., Location 4892.

28 The New Westminster Dictionary of Liturgy and Worship, s.v. “Pastoral Care and Worship”.

29 Global Dictionary of Theology, s.v. “Eschatology and Pastoral Care”. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2008, Kindle Edition), Location 4922.

30 Ibid.

31 Long. Accompany Them With Singing: The Christian Funeral, 79-98.

32 Ibid., 137-139

33 Willimon, Worship as Pastoral Care, 114.

34 Senn. Christian Liturgy: Catholic and Evangelical, 672.

35 Irion. The Funeral and the Mourners: Pastoral Care of the Bereaved, 168-174.

36 Mil voces para celebrar: himnario metodista (Nasville, TN: The United Methodist Publishing House, 1996), 42-51.

Bibliografía

Asquith, Glenn H. (Ed.). The Concise Dictionary of Pastoral Care and Counseling. Nashville, TN: Abingdon Pres, 2010. Versión Kindle.

Bregman, Lucy. “Speaking to Mourners: The Evolution of Funeral Sermons”, Christian Century,

November 1, 2011.

Davies, J.G. (Ed.). The New Westminster Dictionary of Liturgy and Worship. Philadelphia: The Westminster Press, 1986.

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